lunes, 10 de diciembre de 2007

Vaya currelo - 12 al 18 de Noviembre

Esta semana es de esas que las recuerdas como de las peores de tu vida, aunque luego te mires la cartera y la veas que no cierre... Prefiero un fajo menos de billetes que pasar lo que pasé, pero bueno, ya pasó. Os lo resumo un poco:

El lunes 12 fue muy tranquilito, típico día casero que me veo alguna peliculita y voy de compras a reponer víveres, que después de toda una semana la nevera suele quedar bastante vacía.
Por cierto, eso mismo día, Julie (la francesa), se fue para Nueva Zelanda durante tres semanas, así que íbamos a estar más tranquilos en la casa, sin ella y sin el gato.

El martes por la tarde me puse como habitualmente mi ropa del trabajo, pantalón, calcetines, zapatos y chaleco negros, camisa blanca y corbata gris corporativa. Me dirijo al recinto de RDS, donde teníamos una cena.
Allí veo que no éramos muchos y que había dos personas nuevas; eran polacas (cómo no!!).
Resulta que había un concierto de un grupo de música clásica (supuestamente muy conocido en Irlanda). Había cierta gente VIP, que pagaba 100 euros por la cena antes del concierto y por un picoteo después de éste; y allí estábamos nosotros.

Lo mejor de la noche fue entre la cena y el picoteo estaba el concierto, por lo que estuve como dos horas sin hacer nada, bueno sí, viendo el concierto a ratos, pero tampoco es que me fascinara.
Acabamos a eso de la 1.30 de la noche y el manager nos regaló una caja de bombones que habían sobrado, la verdad que un detallazo por su parte, porque en teoría no nos podemos llevar nada a casa.
Mientras tanto, esta tarde me habían mandado un sms diciendo que al día siguiente tenía que coger un taxi en ChristChurch a las 7.30 de la mañana, para que me llevara a mi sitio de trabajo.

Así que sin dormir mucho (tardo algo más de media hora entre mi casa y ese sitio), el miércoles por la mañana me subo en el taxi junto a tres más del curro y llegamos a "Tattersalls" http://www.tattersalls.ie, después de media hora de camino. En el sitio había una jornada de un par de semanas de subastas de caballos, por lo que la gente iba con sus libracos y pujaban por los caballos que les gustaban.

Aquí os dejo una foto de la fachada principal, desde luego no la he sacado yo, porque todos los días que estuve llovía y no hacía sol, pero para que veáis que el sitio estaba chulo, aunque el trabajo fuera lo peor.

Allí con un sueño que te cagas y pasando frío como pocos días he pasado (llovía bastante), me mandan a la Coffee Shop.
Allí empezó el verdadero infierno de esa semana. Yo ese miércoles me encargué de estar limpiando mesas y ordenando el local, acompañado de otra chica, mientras que otros dos se encargaban de servir los tés, cafés y varios en la barra.

Después de dar infinitos viajes con el carrito al otro edificio donde estaba la cocina para traer y llevar de todo, a eso de las 3 de la tarde me dejan un rato para comer. Después de 7 horas sin haber podido sentarme ya me lo merecía. Como todo lo que puedo y más y de vuelta a la Coffee Shop.
De camino de vuelta me llaman de la oficina del trabajo, diciéndome que el trabajo que tenía para Jueves y Viernes se cancelaba, y que en su lugar me quedaba en Tattersalls los dos días. Se me vino el mundo encima sólo de pensar en lo que me esperaba; pensé en decirle que no, pero claro, necesitaba dinero y la semana siguiente iba a trabajar poco porque venían mis amigos, así que todo seguía su curso.

Allí sigo con un dolor de pies infinito hasta las 8.30 de la tarde, cuando cojo el taxi que me lleva hasta mi casa. Ya en casa me quito los zapatos y veo como mi suela del pie estaba blanca, agrieteada, que me daba susto de verla. Y es que desde las 7 de la mañana que salí de casa hasta las 9 de la noche que llegué había sido una buena paliza.

Ya en casa tampoco me quería acostar nada más llegar, quería tener algo de vida, así que estuve un rato viendo la tele, hablando con los de la casa... hasta que a eso de las 11 y algo o así me voy pa la cama, con la moral por los suelos sabiendo lo que me esperaba al día siguiente.

El jueves me levanto con un resfriado espantoso, mocos y más mocos y no paraba de estornudar. Encima me había quedado dormido, por lo que tenía que ir por el camino a paso ligero, mientras andaba a las 7 de la mañana a través de la lluvia dublinesa.

Llego al taxi 15 minutos tarde y al poco de llegar nos vamos otra vez para los putos caballos. Y otra vez a empezar lo mismo. La suerte fue que ese día me pusieron detrás de la barra a servir los cafés. Tenía que estar las mismas horas de pie, pero por lo menos tenía que andar menos. Eso sí, todos los viajes que había que dar a la cocina me tocaban a mí, y con el resfriado que tenía no me gustaba un pelo salir fuera con el frío y la lluvia.

La misma jugada el viernes, sólo que nada más levantarme de la cama poner los pies en el suelo ya me dolían las plantas de los pies. Me planteé en no ir a currar ese día, pero si los dejaba tirado un rato antes de ir al trabajo lo mismo ya no me llamaban más para trabajar, así que aguanté lo inaguantable ese día y eché otra jornada de trabajo de millones de horas, con paseos con el carrito a la cocina cada vez que la manager me lo decía, y por supuesto estaba lloviendo como de costumbre.

El sábado fue la típica cena, en la que me tocó servir vinos, así que me tuve que quedar hasta el final, es decir, que acabé a eso de las 3.30 de la mañana. Por supuesto cuando llegué a casa me tomé mi cervecita hablando con el borracho de turno de la casa que acabara de llegar y que estaba haciéndose algo de comer. Y es que ya se sabe que después de salir lo que pega es comer algo.

El domingo fue de esos en los que te levantas cuando el cuerpo dice basta, y el mío lo dijo muy tarde, tanto que era de noche cuando me levanté.

Lo bueno era que la semana siguiente venían mis amigos y sólo trabajaría el martes, porque el viernes y sábado los rechacé.

Y aquí termina mi semana infernal, la verdad que la que peor recuerdo desde que he estado en Dublín, con la única ilusión de que a la semana siguiente me la iba a pegar de juergas hasta lo que diera el cuerpo.