lunes, 11 de febrero de 2008

Visita a Edimburgo

Hola a todos de nuevo.

Después del parón navideño, las tres semanas que he pasado en España, y un mes de Enero sin demasiadas novedades, me dispongo a contaros un poco el viaje que hice la semana pasada a Edimburgo (Escocia). Por cierto, quiero dedicar especialmente a JJ esta entrada, que creo que tiene unas pocas de ganas de ir por allí...

Todo se coció a mediados de Enero, cuando nuestro compañero de piso Murillo nos dijo que había visto un vuelo barato para ir a Edimburgo. Así que nos animamos y a los días compramos el billete por la maravillosa cifra de 20€ (y eso que la semana anterior valía 10).

Al final se apuntó más gente, hasta un total de 8: Christy, Laura, Jaime, Murillo, yo y tres amigos brasileños de Murillo.
El problema fue que cuando estábamos ya en el aeropuerto esperando a Murillo y sus tres amigos, al final llegan sólo dos amigos, que resulta que a una de ellas se le había perdido el pasaporte, así que él se había quedado con ella. Así que cogimos el avión los seis restantes.

El viaje era cortito, de dos días y una noche, pero bien organizado. El lunes cogíamos el primer avión de Raynair hacia Edimburgo, que era a las 6.30 de la mañana y el martes cogíamos el último de vuelta, que era a las 22.30, así aprovechábamos el tiempo allí con el mínimo gasto en alojamiento :)

Así que nada más subirnos al avión nos dormimos en nada y no me desperté hasta que sentí las ruedas del avión tocar contra el suelo, y es que la noche anterior habíamos hecho una sesión de cine en el salón (que por cierto están muy de moda en casa últimamente), y habíamos dormido como 2 horas y media.


Allí lo primero que hacemos es cambiar dinero a las putas libras, que parece que es lo mismo pero esta todo más caro. Ya en el aeropuerto cogemos nuestro autobús número 100 que nos lleva hasta el City Center.

A poco que recorrimos las calles nos dimos cuenta de que la ciudad es muy distinta de Dublín, por lo menos estéticamente. Los edificios por lo general son muchos más altos, vamos que vas andando por la calle y te encuentras edificaciones realmente increíbles.
Por supuesto que el castillo de Edimburgo es una parada obligada, y se ve desde casi todas partes de la ciudad.

Ahí en la foto podéis ver el castillo al fondo y si ampliáis la foto veréis al fondo de la calle las famosas cabinas rojas del Reino Unido, ¿o son de Gran Bretaña? :P

Aquí tenéis una foto del castillo más de cerca, la verdad que es impresionante lo grande que es.

Aquí lo tenéis desde otro ángulo, ya sé que me estoy poniendo pesado con el castillo, pero es que hay que verlo en directo...


En la siguiente foto, el edificio que se ve grande a la izquierda es la residencia de verano de la Reina; gigantesco, la verdad.


El hostel en el que nos quedamos se llama "Budget Backpackers". La verdad que esta genial y no fue caro, 10 libras por cabeza.

La habitación era una maravilla. Como veis en la foto, la habitación es espaciosa (teniendo en cuenta de que hablamos de una habitación de 12 camas), con un detallazo que me encantó: luz individual en cada cama, para poder ponerte a leer sin molestar al resto. También nos dieron nuestras correspondientes sábanas (que por cierto eran de IKEA), ya que normalmente suelen estar puestas y no sabes sin las han cambiado o no xD.
También tenía cinco cocinas, cosa que nunca llegué a pensar que pudiera tener un hostel. También tenía sala chill-out, con sofás y sillones muy cómodos donde te podías tumbar mientras veías la tele o estabas de charla.

Pero claro, no todo iba a ser bueno en el hostel. Los cuartos de baño no estaban dentro de las habitaciones, y algunas duchas eran comunes para chicos y chichas (esto va en las ventajas xD). El desayuno no estaba incluido, pero por sólo 2 libras te podía comer todo lo que quisieras, así que lo pagamos y comimos hasta reventar.

Recorrimos más o menos todos los sitios turísticos del centro durante el lunes, pero claro, esa noche teníamos que salir.
En el hostel conocimos a una chica española de Málaga, que estaba viviendo allí. Sí, vivía en el hostel porque le gustaba más que vivir en pisos. Cada uno tiene sus gustos, pero yo creo que un poco rarita si que era... Total, que nos dijo más o menos a dónde ir para salir esa noche.

Así que después de bebernos unas cuantas cervezas en la cocina del hostel nos fuimos a un garito en el que todas las copas valían a 1.50 libras. Ni que decir tengo que cogí una cogorza bestial.

Tengo que decirlo antes de que se me olvide, una cosa que me gustó mucho de Edimburgo y que echo de menos en Dublín es la cantidad de minifaldas que se ven por la calle. Es una maravilla ver a esas chicas con sus minis, luciéndose todas ellas... mmmmm. Bueno mejor paro que me vais a tomar por un pervertido, pero es que tengo razón. No es que en Dublín no se vean, es que en Edimburgo se ven muuuucho.

Cambiando de tema; ya el martes por la mañana nos levantamos temprano para ir a visitar el castillo, que por cierto no es para nada barato. Por el camino hice un par de fotos de cabinas rojas de cerca para que las veáis mejor, y de los taxis de allí, que los ves y te partes.


Estuvimos unas cuantas horas visitando el castillo. La verdad que está muy chulo y hay muchas cosas que ver, pero terminas reventado. De hecho hay un tipo de entrada para poder ver el castillo en 3 veces en un intervalo de 5 días.
Así que después de ver el castillo nos fuimos a comer algo a la tienda de un indio que estaba cerca del hostel. Allí empezó a contarnos batallitas y nos lo pasamos muy bien, aunque la comida no era nada espectacular.


Ya por la tarde empezamos a dar una vuelta por la ciudad y a acercarnos al mar, pero está más lejos de lo que pensábamos. Por el camino nos tomamos un café en una tienda de calle, que tenía una terraza con un gran aforo, como podéis ver en la siguiente foto.


Después estuvimos en un centro comercial cercano, viendo un poco las tiendas de por allí y comprando algunas cosillas. Lo más espectacular fue un puente que hay entre el centro comercial y los aparcamiento de enfrente, que cruza por encima de la carretera. Lo chulo es la forma que tiene.


Ya al final de la tarde y con el cuerpo reventado, cogimos el autobús de vuelta hacia el aeropuerto, para nuestro querido vuelo de Raynair de vuelta. Como nota curiosa mira lo que había justo antes de pasar el arco de seguridad, donde la gente echa las cosas que supuestamente no deberían de llevar.


No sé si se aprecia bien en la foto, pero hay de todo: desde abrebotellas, tijeras, hasta un pedazo de paraguas. No sé yo el arma de destrucción masiva que es meter un paraguas en un avión, pero ya se sabe...

Pues aquí se acaba mi viaje a Edimburgo. Dentro de poco os contaré un día de turismo que tuve por Dublín, la verdad que muy interesante.

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